Torá en Español
Parashat Pinjás
Una de cal y otra de arena
El calendario hebreo está, por estos días, teñido de negro. Comenzamos a atravesar las tres semanas de aflicción que separan al 17 de Tamuz y al 9 de Av, fechas recordatorias de la destrucción de Jerusalem. Son tres semanas de destrucción física y espiritual en las que el judío observante se derrumba recordando los cachetazos del pasado y siente a flor de piel las milenarias heridas de nuestro pueblo.
E insertos en esta dolorosa temporada de aflicción, llamada Bein HaMetzarim, abrimos la Torá y vemos un ambiente festivo. Sólo dos porciones de la Torá, recuerdan todas las fiestas de Israel: Parashat Emor (en el libro de ‘Vaikrá’) y la Parashá que leemos en el transcurso de esta semana, Parashat Pinjás.
Todo lector sensible se sentirá golpeado por el Texto:
¿Por qué tanta alegría en medio de semejante tragedia?
¿Qué necesidad tenemos de recordar las festividades de Israel en esta época de angustia y pesar?
En realidad esta aparente discordancia termina siendo una excelente radiografía de nuestras vidas. Nuestra cotidianeidad no está teñida ni de negro ni de blanco. Son escasos los momentos de alegrías incontenibles o de tristezas insoportables; por lo general, nuestras existencias son una constante sucesión de grises que alternan sinsabores y gozos. “Una de cal y una de arena”, se suele decir. Por un lado, el doloroso recuerdo de la destrucción; por el otro, el animado festejo de las celebraciones de Israel.
Tal vez la Torá desee mostrarnos que aun allí, donde impera el dolor y la angustia, puede salir el sol; que aún en horas de tragedia puede haber lugar para la esperanza y para regresar a aquellos días de fiesta, mencionados por nuestra Parashá, y que otrora festejáramos en nuestra radiante Ierushalaim. Tal como dice el profeta Zejaria: ‘Así dice el Di-s de los ejércitos, diciendo: El ayuno del mes cuarto, y el ayuno del quinto, y el ayuno del séptimo, y el ayuno del décimo, serán para la casa de Judá alegría y regocijo’ (Zejaria 8, 19)
Quiera Di-s ayudarnos a abrir nuestros ojos para poder hallar la alegría y el equilibrio en este mundo -tantas veces- cruel y despiadado y poder apreciar la belleza y el gozo que a menudo se ocultan de nosotros por nuestra estrecha visión de la realidad.