Torá en Español
Iom Hakipurim
La silla vacía
Rabí Najman de Braslav, uno de los antiguos maestros del jasidismo, era un gran contador de historias e influyó enormemente entre sus seguidores.
Rabí Najman era un hombre capaz de hacer de la palabra una fiesta para el espíritu. Es por ello que sus relatos se encuentran entre los más encantadores de la literatura jasídica.
Fue el tzadik de Ucrania, sus palabras eran un mensaje de optimismo y alegría.
Cuando Rabí Najman murió de tuberculosis en el año 1811 el grupo jasídico que había formado se negó a elegir un sucesor. El Rabino era irreemplazable, y desde 1811 hasta nuestros días, ellos son el grupo jasídico sin rabino.
Los años pasaron, y por diversas circunstancias, sus seguidores fueron dispersándose alrededor del mundo.
Un gran número de ellos se estableció en Ierushalaim, aunque seguían desconsolados porque la silla de su venerado maestro continuaba vacía en aquella pequeña sinagoga de Ucrania en la que su maestro había trasmitido su sabiduría.
Por ello decidieron traerla a Ierushalaim e idearon un ingenioso plan: algunos de los jasidim que aún permanecían en el lugar de origen desmontaron y desarmaron la silla y la hicieron llegar parte por parte hasta Ierushalaim, donde fue nuevamente armada y reconstruída.
Estuve hace dos años en la ieshivá de los jasidei Braslav en Mea Shearim, y la silla está allí, detrás de una vitrina.
Quien no entre en la sintonía de los jasidei Braslav pensará que esa silla está vacía. Pero de alguna manera sus seguidores sienten que su rebbe está allí sentado, contando sus historias y sus enseñanzas.
La silla permanece vacía, pero la inspiración de quién la ocupaba continua con una intensidad casi idéntica después de casi 200 años.
De alguna manera el mensaje de Izcor, de nuestro recuerdo, es justamente éste.
Hoy vemos la silla de nuestros seres queridos que ya no están, como "una silla vacía". Sin embargo sentimos cómo las vibraciones del amor, de las enseñanzas, de los valores que fueron suyos, siguen en nosotros.
Sentimos sus caricias, al leer el Izkor.
Visualizamos su sonrisa, al leer el Izkor.
La silla en realidad continúa llena de recuerdos, cargada de memoria.
Rabí Najman solía decir: "Kol ha olam culó guesher tzar meód, ve haikar lo lefajed klal". Debes saber que este mundo es un puente muy angosto! Lo más importante es no tener miedo!!
‘Olam’, me decía el otro día mi amigo, el Rabino Leonel Leví, significa en hebreo ‘mundo’, pero también significa ‘eternidad’.
No debemos temer a la muerte sino afirmar que los que amamos y ya no están , permanecen unidos a los lazos de la vida eterna.
En Izcor , reconocemos que ellos viven en nosotros, porque ahora son una parte nuestra, porque los recordamos.
En la escuela de Medicina de la universidad de la Sorbona se ecuentra una pequeña sala destinada a practicar autopsias.
A la entrada de esta habitación, un cartel adorna la parte superior de la puerta de ingreso y dice: ‘Este es el lugar en el cual la muerte sirve a la vida’.
¡Qué imagen más poderosa!
La muerte no sólo sirve a la vida en una sala de un colegio de medicina europeo.
La muerte sirve a la vida cuando inspirados en el recuerdo, en los abrazos y en las enseñanzas de aquellos que amamos y ya no están, los traemos de vuelta a este mundo aunque sea por un rato a través de nuestras propias acciones.
Izcor es el momento en que la magia y el misterio de la evocación nos permite sentir más cerca a nuetros seres amados.
El observador pasivo podría creer que el lugar de aquellos que ya no están permanece vacío fisicamente, pero las imágenes de los instantes compartidos y la profundidad de esos momentos nos hace saber a nosotros esa silla permanece ocupada para siempre.